“Milei no pasa hambre: nosotros nos sentimos muy abandonados”, dice la responsable de un comedor

María Díaz tiene a cargo el comedor y merendero “Todos por una sonrisa” ubicado en Altos de San Lorenzo. Capital 24 dialogó con ella sobre la difícil situación que atraviesan ante el crecimiento de vecinos que piden para comer y la falta de recursos.

REGIÓN 21/05/2024
14 a

La triste y compleja situación social en La Plata

 

La Asociación Civil “Todos por una sonrisa” está ubicada en Altos de San Lorenzo, en 88 entre 16 y 17. María, la encargada del lugar le cuenta a este diario que “hoy en día el país está en un momento muy caótico, como si fuera el 2001 pero esta vez es más duro y más triste porque el pueblo está pagando las consecuencias”.

Respecto a su situación personal para poder mantener abierto el comedor, expresa que “el que podía comprar, el año pasado, 3 kilos de patamuslo, hoy no lo hace porque cuesta el triple”. 

“Todo subió tanto que comer pollo es un lujo. La yerba cuesta comprarla porque no contás con 4.500 pesos y hay gente que vive el día a día y no tiene ni siquiera 2.000 pesos, no tiene ni siquiera un pan. Un día hay café, otro día no hay. Comés una vez al día y esto tiene que ver con los recortes que está sufriendo el pueblo. Yo vivo en un lugar vulnerable, me siento triste, abandonada: uno ya ni siquiera puede comprarse una gaseosa”, se lamenta María.

Además destaca que “somos sectores de bajos recursos porque uno no puede ni pagar el alquiler, buscamos cosas en las calles, lo que tiren de las ferias, traemos nuestra leña. Nos sentimos muy abandonados y eso te hace caer más”.

 

La realidad de los comedores

 

Respecto al ajuste del Gobierno Nacional, María se indigna antes este diario: “¿Pero a costa de qué? ¿de que cierren los comedores, que no tienen nada que ver con el Estado? Para nosotros es muy duro, muy cruel porque no tenemos yerba ni harina. Nosotros no recibimos nada desde el año pasado”. 

“Recortar los recursos a costa del pueblo, algo que nos pertenece como ciudadanos y pagamos nuestros impuestos desde que subimos a un micro o compramos el pan. Como comedores y sectores tristes y refugiados del pueblo, siempre nos vemos afectados con los ajustes del Gobierno nacional y su gabinete. No hay un lugar al cual poder ir a quejarse o pedir ayuda. Ahí se ve el efecto del recorte para él poder llegar a su meta”, acota Díaz.

Asimismo, la responsable del comedor “Todos por una sonrisa” expresa que “nosotros no estamos abriendo comedor cocina porque no tenemos nadie que nos pueda garantizar la comida toda la semana. Antes venían hasta tres familias, hoy en día, de 8 a 22 horas vienen cerca de veinte familias a pedirte aunque sea un pedazo de pan”. 

“La gente no llega a fin de mes, porque no puede comprar ni un puchero, cuando llueve es peor para quienes hacen changas porque no pueden salir y es una irritabilidad para ellos, se ponen tristes”, asegura María Díaz.

 

Su comedor 

 

“Este comedor merendero el año pasado daba de comer a la gente, obvio que se vio afectada por el ajuste: para hacer eso, el Presidente (Javier Milei) tuvo que recortar derechos y al menos algunas escuelas están recibiendo alimentos. Él hoy no ve la sensibilidad, el ajuste del pueblo entonces es como un rechazo hacia eso. Si el señor Presidente no tiene sensibilidad con un comedor que asiste a las familias y está las 24 horas del día y hoy no tengo para darles leche, ¿cómo no voy a sentir algo personal?”, le cuenta a este medio.

Y agrega: “Desde el Ministerio de Desarrollo Social (en referencia a Capital Humano) nunca se acercaron a nuestro comedor. Y desde que asumió Milei no recibimos ayuda de ningún sector del Estado: lo último que recibimos fue en agosto de 2023”. 

“Seguimos abandonados por el Ministerio de Desarrollo Social. Uno sufre el abandono de todos respecto a eso. Somos Asociación Civil y podríamos tener una cooperativa de trabajo pero no nos lo dan porque tenemos que tener un “arreglo” adentro y “servirle” a alguien”, expresó.

 

Qué necesitan

 

María remarca que “para cocinar necesitamos tener una base, que es el comedor merendero, inaugurado hace 5 años: no tenemos cocina industrial grande, y el horno está roto así que lo usamos una vez por semana para hacer pan. No tenemos sponsors ni nadie que nos aporte los elementos mínimos. Queremos hacer una olla comunitaria aunque sea una vez por mes pero es difícil porque no tenemos nada: tenemos lo poquito que el pueblo nos trae, como harina, fideos, yerba, leche y todo se comparte. A veces nos donan el pan y para eso hay que afrontar. Primero necesitamos refaccionar el comedor: pintar, arreglar puertas, tener estufas y no se puede” y agrega que “le damos al pueblo lo que haya y necesitamos ollas, cocina y estructura para arreglar los baños. Estamos 24-7, es duro pero real. Ahora, a veces la gente viene y algunos se ponen un poco agresivos porque están muy vulnerables pero también se les explica bien, mirándolos a los ojos”.

 

Hoy, la tristeza 

 

María cuenta que “Milei no pasa hambre, no pasa frío ni miseria. Entonces no tengo empatía con él, me da pena la situación económica que tiene que afrontar pero ¿todo para aparentar algo que no existe? Él quiere pintarla de una forma pero el pueblo no puede acceder a tomar un mate digno, a comer un puchero. Él se siente feliz y yo me siento totalmente rechazada porque somos inmigrantes. Argentina es un pozo de inmigrantes, necesita más empatía. Él está viendo la punta del iceberg pero hay que ver bien abajo, y ahí es donde estamos nosotros. En primer lugar tiene que tapar el hambre de su pueblo, esto significa darle sus derechos básicos, desde la SUBE que antes costaba $75, ahora cuesta $500. Yo soy una mujer que no puedo acceder a un lavarropas y lavo a mano y con mucho orgullo lo del día. Por lo menos tengo para comer, tengo techo, pero a ese nivel de tristeza llegás. Acá estamos las 24 horas del día, cualquiera puede donar: alimento, abrigo, cariño amor. No dar lo que me sobra sino lo que tengo”.

 

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